Desde enero trabaja como analista de Desempeño para la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés). El primer mes en esta nueva tarea lo transitó de manera remota. Se mudó a París en febrero y vivirá allí por dos años, pasado este lapso volverá a su trabajo en Buenos Aires como responsable en una empresa del Estado de chequear que los reactores nucleares cumplan los requisitos para operar.
Cuando no estudia reactores nucleares, Julieta dibuja. Por un enfoque estratégico, académico y económico, la ingeniería nuclear es su profesión principal y su veta artística la acompaña. Sueña con combinar ambas facetas de su personalidad. Por ahora, el lápiz queda relegado a un tiempo libre que no abunda.
Viajó a Francia sola con la idea de que su novio, Daniel, un desarrollador de videojuegos independiente con quien mantiene una relación abierta, viajara después. Se conocieron en 2019. Él vio una entrevista a Julieta en televisión sobre Chernóbil y empezó a seguirla en Twitter. De Twitter pasaron a Instagram y ahora están a punto de convivir en otro país.
“Es un trabajo de ensueño. Lo pienso y me asombro porque tengo 33 años y ya estoy acá, algo no muy usual porque buscan gente con mucha experiencia, pero como me recibí a los 22 y hace diez años que trabajo en el mismo lugar reúno las condiciones necesarias”.