Luego de los actos de violencia que quedaron expuestos durante el partido entre Boca y Quilmes, otra campana también se hizo sentir. Se trata de la voz de varios hinchas Cerveceros que narraron malas experiencias vividas en la provincia del vino. De hecho denunciaron que fueron maltratados en Mendoza.
Maltratados en Mendoza
Según contaron los hinchas que viajaron en aproximadamente 15 micros desde Quilmes, en primera instancia fueron demorados 5 horas. Esto se hizo en la provincia de San Luis.
De acuerdo a lo que les informaron, esto se hacía para garantizar que la hinchada de Boca llegue sin problemas al encuentro. Sin embargo generó que muchos hinchas deban ingresar a los 20 minutos de partido.
Además, contaron que durante la espera fueron hostigados por policías de la provincia de Mendoza. Que en todo momento se dirigieron hacia ellos en malos términos e incluso con agresiones físicas.
Esto sin contar el hecho que disparó la escalada de violencia en la cancha que fue un hincha de Boca infiltrado entre el personal policial. Quien robó una bandera cervecera generando todo lo que luego fue visto por la televisión.
La violencia no se justifica
Sin embargo, es importante destacar que nada de esto que se produjo justifica lo que luego todos vieron en el Estadio.
Es cierto que hubo miles de quilmeños pacíficos, ilusionados y que incluso denunciaron ciertos malos tratos camino al estadio. Pero ellos, en su mayoría familias entusiasmadas, fueron opacados por esa minoría que también perjudicó la esperanza de que vuelva el público visitante.
Rotura de butacas, pedradas y desmanes fueron algunos de las situaciones que se pudieron ver por televisión frente a un país que miraba el encuentro.
Ahora, además, el titular de Aprevide, Eduardo Aparicio, dispuso que el próximo partido que el Cervecero juegue como local sea solamente con la presencia de socios en sus tribunas. Pero la investigación sigue. “Ya me comuniqué con las autoridades de seguridad de la Provincia de Mendoza para que nos pasen todas las imágenes“, manifestó.
Los violentos jugaron para el contrario. Se robaron la ilusión de jugadores e hinchas. Aunque resulta imposible saber qué hubiera pasado si no ocurrían los desmanes, lo cierto es que la imagen de ayer no debería repetirse y los responsables deben hacerse cargo.
