La noche en que los violentos jugaron para el rival

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La jornada de ayer debe marcar un antes y un después a nivel deportivo que debería hacer reflexionar a los amantes del fútbol. Sin importar escudos ni banderas. Los violentos jugaron para el rival y además arruinaron lo que debía ser una fiesta.

Jugaron para el rival

Quilmes hizo un gran partido contra el equipo más poderoso del fútbol argentino. El resultado final fue de tres tantos contra dos en favor de Boca pero el Cervecero se fue con la cabeza en alto de la Copa Argentina.

Pero lamentablemente la nota la dieron un pequeño grupo de violentos que, en plena remontada del equipo cervecero, decidieron que eran más importantes que el deporte. De manera incomprensible, cuando Mariano Pavone puso el descuento, Boca no encontraba el juego y Quilmes lastimaba en cada ataque, provocaron la suspensión del encuentro.

En un hecho claramente favorable al equipo ganador, generaron que el partido “se enfríe”. Sacaron a sus propios jugadores de la concentración que necesitaban en un partido tan crucial para su historia. Y para colmo terminaron hiriendo a una persona que forma parte de la institución que dicen amar.

Lo que dejaron los disturbios

Lo primero para decir es que hubo miles de quilmeños pacíficos, ilusionados y que incluso denunciaron ciertos malos tratos camino al estadio. Pero ellos, en su mayoría familias entusiasmadas, fueron opacados por esa minoría que también perjudicó la esperanza de que vuelva el público visitante.

Rotura de butacas, pedradas y desmanes fueron algunos de las situaciones que se pudieron ver por televisión frente a un país que miraba el encuentro.

Ahora, además, el titular de Aprevide, Eduardo Aparicio, dispuso que el próximo partido que el Cervecero juegue como local sea solamente con la presencia de socios en sus tribunas. Pero la investigación sigue. “Ya me comuniqué con las autoridades de seguridad de la Provincia de Mendoza para que nos pasen todas las imágenes“, manifestó.

Los violentos jugaron para el contrario. Se robaron la ilusión de jugadores e hinchas. Aunque resulta imposible saber qué hubiera pasado si no ocurrían los desmanes, lo cierto es que la imagen de ayer no debería repetirse y los responsables deben hacerse cargo.

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