Esta mañana la intendenta de la ciudad, Mayra Mendoza, compartió una publicación en el medio estadounidense Washington Post. La misma fue titulada como “El ‘límite’ debió haber llegado mucho antes del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner”.
La opinión del Washington Post
La nota fue escrita por Noelia Barral Grigera, periodista argentina especializada en política. Quien además conduce el noticiero central del canal de noticias IP y es columnista política en Radio Con Vos. También publicó el libro ‘El otro yo’.
Allí, entre otras cosas, analizaron que “el intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner, la figura más importante de la política argentina del siglo XXI. Fue un cachetazo para una sociedad y una dirigencia que, en los últimos años, asistieron anestesiadas al crecimiento de los discursos de odio como herramienta de la discusión pública. La conmoción fue de tal magnitud que muchas personas reaccionaron azoradas y advirtiendo que el hecho marcó un límite. Sin darse cuenta de que, para el momento en que le gatillaron dos veces en la cara a la vicepresidenta, el supuesto límite había quedado atrás hacía muchísimo tiempo.
Además, la periodista resalta que “esa violencia simbólica dio el jueves último el salto enorme, imposible y a la vez consecuentemente lógico de pasar al acto. Porque si te están diciendo desde hace casi 20 años que Fernández de Kirchner es corrupta, chorra, asesina y el cáncer de Argentina. ¿Cómo no matarla? Por ese salto del dicho al hecho no hay más culpables que Fernando Sabag Montiel. Y quienes lo hayan ayudado. Pero los dichos que funcionaron como plataforma para el salto merecen un análisis, una reflexión. Sobre todo si pretendemos que la Argentina continúe honrando su pacto democrático que, desde 1983. Reza que la violencia no es más una forma de dirimir diferencias políticas en este país. La violencia simbólica tampoco.
Reflexión de cara al futuro
Por su parte, expresa que “la primera reacción de la dirigencia opositora argentina ante el atentado estuvo a la altura de las circunstancias. El expresidente Mauricio Macri tuiteó apenas 90 minutos después del intento de magnicidio su repudio al episodio. Al igual que casi todas las principales figuras de su espacio. Solo la presidenta de su partido, Patricia Bullrich, todavía no lo había condenado hasta el domingo”.
Sin embargo, reflexiona acerca de la utilización política del hecho por parte de la oposición. Y cuestiona: “La incomodidad del expresidente y su partido por los señalamientos ante los discursos de odio no debería obturar una reflexión necesaria. De cara al futuro, sobre los límites que los actores democráticos están dispuestos a respetar en la discusión política. Sin esa reflexión, la vida de la democracia en la Argentina seguirá en zona de peligro.